Tiempo de buenos, bonitos y baratos

Es bien fácil de identificar una de las muestras palpables del carácter poco serio, casi semiprofesional, de la ACB y de la Euroliga: intenten encontrar unas listas fiables –aunque sean oficiosas, aunque sean aproximadas– de salarios y no encontrarán, como mucho, más que mezclas de información parcial y rumorología diversa. Además, serán datos no homogéneos: no sabemos si son cifras brutas o netas, y no digamos si en Euroliga hay que comparar regímenes fiscales; tampoco sabemos si algunos clubes siguen añadiendo beneficios no salariales como pisos, coches o billetes de avión, que en la NBA evidentemente nadie tiene. Esa opacidad impide cualquier acuerdo sobre topes salariales y mantiene el desequilibrio permanente en unas ligas en las que conviven ricos y pobres.

En España sí que tenemos la certeza de que hoy conviven ricos, pobres y... pobrísimos tras la crisis general y la de ingresos de los clubes. Pero, como suele suceder, la diferencia creciente de presupuestos no se está reflejando del todo en los resultados deportivos, aunque de aquí al final de la temporada deberían aproximarse más.

Si hacemos caso a las cifras publicadas, que atribuyen a jugadores americanos salarios de 50.000 euros, podemos afirmar que hemos vuelto, no unas pocas temporadas, sino un cuarto de siglo atrás. En esas circunstancias de verdadera penuria, quienes mejores resultados pueden conseguir son quienes se atrevan a fichar a jóvenes que vengan directamente de ligas menores (incluida la NCAA) sin haberse revalorizado nunca en una de las punteras. Claro está: el riesgo es enorme y exige un scouting y una dirección técnica de primera en el club que lo arrostre, porque las posibilidades de batacazo con jugadores sin contrastar son altísimas.

Un buen ejemplo lo tenemos en el UCAM Murcia, donde han ido a pescar por muy poquito dinero en la NCAA y en Túnez, y que acaba de completar dos partidos magníficos contra el Real Madrid y el Estudiantes: el escolta Scott Wood (1,93, 23 años, North Carolina State) y, cada día más, el ala-pívot Makrem Ben Romdhane (2,04, 24 años, Étoile du Sahel) están demostrando que son jugadores de primer nivel en una liga que –a pesar de los pesares– sigue siendo competitiva como es la ACB.

Otro ejemplo de pesca en ligas de menor rango lo ha vuelto a dar el Bilbao Basket, muy disminuido financieramente este año, que conoce desde hace tiempo los mercados bálticos y que en el letón Dairis Bertáns (1,93, 24 años, VEF Riga) ha hallado un candidato a mejor tirador puro de la ACB... ¿en pugna con Wood?